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Usando la realidad virtual como herramienta expresiva, el intérprete desdibuja sobre la escena los limites de lo real, contraponiendo el cuerpo a lo virtual, cuestionando la validez de las dinámicas digitales que nos asolan, mientras que lleva al límite las posibilidades expresivas del medio digital aplicado a las artes performativas. “He construido un dispositivo escénico para acceder a varios niveles discursivos que se solapan, contradicen y complementan simultáneamente. Usando narrativas pertenecientes al mundo de los videojuegos, las redes sociales y el cine, he programado un mundo propio en el que lo controlo todo y desde el que puedo, al fin, ser auténtico, prescindir del mundo físico, de los rituales y de la comunidad.